Aunque podáis pensar por el nombre de esta entrada que es una receta complicada, nada de nada, de las más fáciles. Palabrita.

Empezamos como siempre con la lista de ingredientes:

Dos planchas de masa quebrada, podríamos hacerla, es verdad, pero además de ser más cómoda y rápida no creo que me salga más barata hacerla en casa.

Un paquete de un kilo de espinacas congeladas.

Doscientos gramos de pasas deshuesadas, en este caso Moscatel.

Cien gramos de piñones.

Dos vasos de vino fino, aprovecho lo que me quedaba de fino Piedra Luenga Ecológico.

Un vasito de aceite de oliva virgen extra.

Cinco o seis dientes de ajo.

Tres cebollas frescas.

Aunque no aparecen en la foto de ingredientes, al final decidí añadirle la mitad de las setas de base que acababa de preparar (podéis ver la receta, perdón ;-)) es lo que tiene cocinar para la familia)

 

Por una parte ponemos las pasas de moscatel a rehidratarse cubriéndolas con vino fino (si tienes un poquito de oloroso o amontillado, mejor todavía)

Doramos los ajitos con su piel.

Ponemos a pochar en el aceite de los ajos la cebolla cortada a cuadraditos muy pequeños.

Una vez que estén pochadas las cebollas le añadimos las espinacas, el vino fino y rectificamos de sal. Dejamos unos ocho minutos. Cuando estén casi a punto le añadimos las setas de base, las pasas rehidratadas y los piñones. Mezclamos bien en la cazuela hasta conseguir una mezcla más o menos homogénea.

En una fuente del tamaño adecuado cubrimos con una de las capas de masa quebrada, personalmente me gusta estirarlas como a la mitad de espesor de como vienen.

La cubrimos con la otra capa debidamente estirada

En el centro del pastel le hacemos una chimenea para que respire y se cocine bien y no se formen burbujas en la masa.

Pintamos el pastel por fuera con huevo batido para que al hornearlo quede doradito

Personalmete no sabría deciros si me gusta más frio o caliente. De lo que estoy seguro es que me gusta acompañarlo con una copita del mismo vino que he utilizado para cocinarlo.