Siguiendo con el ideario de este blog, hoy vamos a disfrutar de otra receta fácil y sabrosa.
De hecho, la única dificultad que entraña es cortar los solomillos de cerdo en filetes, tema que puede ser resuelto si te llevas medianamente bien con el carnicero que te suministra y se lo pides como Dios manda y como se tiene que pedir las cosas en esta vida, con una sonrisa.
Los ingredientes:
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Dos solomillos de cerdo.
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Un vasito de vino oloroso. En este caso, y como os habréis dado cuenta no es el de siempre (lo tengo reservado para dos nuevas recetas especiales) y lo he comprado a granel en Rafael, el gorito que tengo ceca de casa, por eso no sale la botella, pero es de calidad.
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Un chorreón de aceite, que se me olvidó poner en la foto, iba con prisas.
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Sal
Modus operandi:
Fileteamos los dos solomillos, que quedaran como se ven en la fotografía siguiente
Pondremos los escalopines a macerar en el oloroso por espacio de dos horas
A las dos horas, freiremos en una sartén con un buen aceite de oliva virgen extra hasta que estén doraditos, ver foto siguiente
Para servirlos nuestra recomendación es hacerlo acompañados de unas setas de base (una de esas recetas nuestras de fondo de nevera), un arroz blanco o ambas cosas a la vez.