Ayer fue uno de esos días en los que bajas a la frutería del barrio y nada más entrar presientes que vas a salir con buena compañía. Uno de esos días en las que el frutero no sabes bien si es que ha tenido un día inspirado cuando fue al mercado a reponer mercancía o que todo el género que entró era realmente excepcional. Con independencia de una u otra cosa la verdad es que el presentimiento acabó en realidad… y para muestra un botón.

Ingredientes

• Unas setas de cardo bien hermosas.
• Un chorreón generoso de amontillado de calidad. Nuestro Amontillado de Piedra Luenga de Bodegas Robles.
• Otro chorreón generoso de aceite de oliva virgen extra de calidad. En este caso nos acompaña el de Alcubilla, ecológico, de Castro del Río (Córdoba).
• Un diente de ajo. El nuestro de Montalbán (Córdoba).
• Un ramillete de perejil.
• Sal.

Como lo hicimos

Por una parte necesitamos hacer el cremoso de amontillado, para lo cual en un vaso de batidora, o similar, pondremos el diente de ajo, un poco de sal un par de dedos de aceite y otros tantos del exquisito amontillado, y las hojas de perejil (sin los tallos). Batir y reservar.

Mientras tanto ponemos una sartén de fondo grueso y a ser posible de las que el fondo no sea liso (para que circule el aire y no se cuezan y doren mejor.

Ponemos las setas de una en una en la sartén con la parte lisa hacia abajo y las pintamos generosamente con un pincel o rociándolas generosamente con el cremoso que hemos reservado. Con forme veamos que están bien doradas por la primera cara les damos la vuelta para que doren por la otra. Hasta que queden como se ve en las fotos.

Nuestra recomendación es tomarlas recién hechas acompañadas de un buen vino de Montilla Moriles, incluso a ser posible del mismo amontillado con que las hemos regado.

A disfrutar 😉