Andaba yo de café redentor de primer viernes de mes con mis amigas de La Bella Varsovia cuando de repente una gitana canastera entró con un canasto con casi todos los espárragos de la sierra de Córdoba. Trigueros con un brillo de frescura descomunal que mostraban el vigor de los primeros días de la primavera tras más de una semana de lluvias en las que casi nos salen branquias a más de uno 😉
Claro, ante tanto vigor primaveral quien podría resistirse. Caí.
Y con esa compañía ¿a quién no le viene una brisa de inspiración provocadora?.